“En las fiestas navideñas y otras fechas, como el Día del Niño, se incrementan las consultas en la guardia de otorrinolaringología por chicos que se meten las pilas botón en la nariz o los oídos, porque hay muchas juguetes que se venden en la calle sin las medidas de seguridad adecuadas”, aseguró a Télam Bibiana Paoli, jefa del sector de Otorrinología Infantil del Clínicas.
En este centro asistencial, que cuenta con una guardia de otorrinolaringología las 24 horas, se atendieron 320 pacientes pediátricos que presentaban pilas botón introducidos en oído o fosa nasal en los últimos siete años.
En tanto, las emergencias por ingesta son atendidas en el Hospital Garrahan o en el Posadas.
“Entre el 60 y el 70 por ciento de las pilas que extraemos pertenecen a juguetes, en particular a teléfonos celulares. Y en cuanto a los pacientes, la mayor proporción corresponde a chicos de tres a cinco años”, explicó la especialista.
Llamada así por su similitud con los accesorios de costura, la pila botón es una fuente de energía eléctrica revestida de metal, redondeada y de pequeñas dimensiones, que se utilizan en gran variedad de dispositivos electrónicos portátiles tales como audífonos, relojes, calculadoras y juguetes.
Pero cuando se introduce en el organismo, la pila botón es uno de los más peligrosos “cuerpos extraños”, es decir, aquellos elementos o partículas de origen biológico o inerte, colocado en un lugar del organismo que no le corresponde.
“En primer lugar por ser un cuerpo extraño, obstruye la vía respiratoria o comprime el canal auditivo, generando un daño físico puntual como cualquier otro elemento similar que los chicos se introducen por accidente”, informó el Clínicas en un comunicado.
“En segundo lugar, la pila botón contiene químicos altamente tóxicos, entre los que se encuentran el mercurio, el litio y el cadmio: estos agentes se liberan progresivamente y son absorbidos por el cuerpo desde el contacto inicial de la pila con las mucosas”, prosiguió, y detalló que “toda pila contiene una carga eléctrica, por lo que los líquidos corporales facilitan la conducción de la electricidad de la pila hacia el organismo”.
Y si la pila sufrió algún daño en su estructura, “puede liberar las sustancias corrosivas que contiene en su interior”, advirtió.
Estas situaciones requieren una “atención especializada de forma rápida y efectiva” en una guardia de emergencia, dado pueden dejar “secuelas permanentes a nivel orgánico”, la más frecuente de las cuales es la perforación del tabique nasal.
Pero, según Paoli, los padres llevan a sus niños a la guardia “entre seis y 12 horas” después de producido el accidente porque “no hay muchos lugares que tengan guardia otorrrinológica” y “muchas veces los pediatras no saben dónde derivarlo”.
Otro de los obstáculos para la consulta inmediata es que en el caso de las pilas botón introducidas por nariz u oído, “generalmente no tienen síntomas” de manera inmediata, con lo cual “pueden pasar más desapercibidos que otros objetos extraños”, y los padres que acuden a las guardias “es porque el nene avisó o un adulto que estaba cerca lo vio”.
Con el correr de las horas, los síntomas que pueden aparecer son “supuración e inflamación del conducto” en el caso del oído; y “rinorrea” en el caso de la nariz, que “es una mucosidad clarita, a diferencia de la que producen otros cuerpos extraños como el algodón o las semillas, que producen una rinorrea fétida”.
Tragarse una pila puede no causar ningún síntoma, pero si ésta se queda en el esófago o el estómago, se pueden presentar dolor abdominal, heces con sangre, inflamación gastrointestinal, perforación en el esófago, náuseas y vómitos.
Los profesionales recomiendan asegurarse de que los receptáculos donde se colocan las pilas estén reforzados con tornillos o trabas de seguridad, y que los niños no puedan forzar o remover la tapa, en cuyo caso debe sellársela con pegamento común.
Por otra parte, los padres no deben intentar retirar el cuerpo extraño por su cuenta, ya que una mala maniobra puede agravar la situación.
La campaña de concientización incluye la sensibilización en los medios de comunicación y la realización de teleconferencias sobre el tema a través de la Red Nacional de Cibersalud, que nuclea a 295 establecimientos sanitarios de la totalidad de las especialidades médicas.