El Síndrome Urémico Hemolítico (SUH) afecta la sangre, los vasos sanguíneos pequeños y los riñones. Se contrae, en la mayoría de los casos, por el consumo de carne mal cocida portadora de una bacteria, la Escherichia Coli productora de toxina Shiga (STEC).
Afecta, sobre todo, a los niños de entre 6 meses y 5 años. Provoca insuficiencia renal, anemia y alteraciones neurológicas.
Si bien la carne vacuna resulta la principal fuente de contagio, el consumo de lácteos y jugos de fruta no pasteurizados o de verduras y agua contaminada (que hayan estado en contacto con las heces de los animales), también puede desencadenar la enfermedad.
Para evitar la vía de contagio de persona a persona, (que se produce por el contacto con la materia fecal del enfermo), los especialistas insisten en la necesidad de lavarse las manos, con agua y jabón, luego de ir al baño y antes de manipular los alimentos.
En la Argentina se producen alrededor de 400 nuevos casos por año, lo que la convierte en el país de mayor incidencia en el mundo. En la etapa aguda de la infección, la mortalidad es de 2-4% de los niños afectados. Se contrae durante todo el año, sobre todo en los meses cálidos.
El SUH, más frecuente en niños que en adultos, es una enfermedad grave que puede producir insuficiencia renal crónica y hasta la muerte del paciente. En la actualidad, constituye la principal causa de insuficiencia renal aguda en niños.
Síntomas
En los primeros días de desarrollo de la enfermedad, los signos que deben motivar la consulta médica son:
– Diarrea
– Sangre en las heces
– Irritabilidad
– Debilidad
– Letargia
– Heces con olor fétido
Síntomas posteriores:
– Disminución de la orina
– Palidez
– Distensión abdominal o aumento en el perímetro abdominal (debido al agrandamiento del hígado y del bazo)
– Magulladuras
– Erupción cutánea en forma de pequeños puntos rojos (petequias)
– Coloración amarillenta de la piel (ictericia)
– Disminución del nivel de estado consciente
– Convulsiones
Prevención y tratamiento
Como medidas de prevención los especialistas recomiendan:
– Asegurar la correcta cocción de la carne; la bacteria se destruye a los 70 °C. Esto se consigue cuando la carne tiene una cocción homogénea. Prestar especial atención al interior de preparados con carne picada.
– Se sugiere que los menores de 3 años no ingieran hamburguesas caseras o compradas, ni de locales de “comidas rápidas”.
– Tener especial cuidado con la cocción de la carne picada, ya que generalmente se cocina bien la parte superficial, permaneciendo la bacteria en el interior. El jugo de la carne picada bien cocida, debe ser completamente translúcido.
– Utilizar distintos utensilios de cocina para cortar la carne cruda que aquellos que se utilizan para trozarla antes de ser ingerida.
– Evitar el contacto de las carnes crudas con otros alimentos (contaminación cruzada).
– Controlar el uso de leche y derivados lácteos correctamente pasteurizados y conservar la cadena de frío.
– No consumir jugos de fruta no pasteurizados.
– Lavar cuidadosamente verduras y frutas.
– Asegurar la correcta higiene de las manos (deben lavarse con agua y jabón) antes de preparar los alimentos.
– Lavarse las manos con agua y jabón luego de ir al baño.
– Utilizar natatorios habilitados para tal fin.
– No bañarse en aguas prohibidas.
– Higienizarse adecuadamente con agua y jabón luego de tener contacto con animales domésticos y principalmente con los de granja o su morada.
– Consumir agua potable; ante la duda, hervirla.
Una vez que se ha diagnosticado el SUH, el especialista propiciará lo que se denomina “tratamiento de resorte” a fin de contrarrestar los síntomas, en función de la edad y del nivel de gravedad, porque el síndrome en sí no tiene una cura específica.
La diálisis peritoneal durante la fase aguda, es actualmente el único tratamiento utilizado en el SUH, que ha logrado disminuir la mortalidad a un 4%. En el adulto se hace hemodiálisis. Las experiencias con tratamientos farmacológicos, como anticoagulantes y antitrombóticos, sólo lograron resultados limitados, y los antibióticos son contraindicados por la ineficacia, al generar efectos inflamatorios contraproducentes.
El paciente con diagnóstico de SUH debe ser siempre internado. Las complicaciones pueden alcanzar al sistema renal (insuficiencia renal aguda, hematuria, hipertensión arterial, proteinuria) gastrointestinal (estrangulación o perforación, pancreatitis, colitis severa) o neurológico (estado mental alterado, signos neurológicos focales). Puede ser necesario un trasplante de riñón si los riñones están excesivamente lesionados por el síndrome urémico hemolítico severo.
Si bien la tasa de mortalidad se ha reducido, las secuelas pueden ir desde hipertensión arterial de por vida, hasta insuficiencia renal crónica, pasando por dificultades en el aprendizaje, entre otras.
Según datos del Comité Nacional de Nefrología, el 70% de los niños que padecen esta enfermedad se recuperan sin secuelas, sin embargo, es necesario controlarlos regularmente porque, en algunos casos, desarrollan problemas renales o hipertensión como consecuencia tardía del síndrome.
Teniendo en cuenta que no existe ninguna vacuna que proteja de la infección de STEC, la identificación de factores de riesgo es crítico para implementar nuevas estrategias que reduzcan la ocurrencia del SUH.
Fuentes: Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, Facultad de Medicina (UNNE), Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), Asociación para la prevención y Asociación Civil de Lucha contra el Síndrome Urémico Hemolítico (LUSUH), Comité Nacional de Nefrología.