Desde que se inauguró el camino del perialgo en el dique Cruz de Piedra, el espejo de agua y su bellísimo contexto natural se convirtió en un punto de paseo y recreación masivo, en particular los fines de semana.
Esto implica un alto tránsito de personas que acampan o realizan picnic a orillas del espejo de agua. Hasta ahí todo bien, pero sucede que esas cientos de personas no cuidan la naturaleza y dejan todos sus residuos tirados allí.
Después de los fines de semana en la costa del Cruz de Piedra se observan botellas, restos de comida, latas de picadillo o papeles. Se trata de un grave atentado al medio ambiente que pone en riesgo de contaminación a todo un contexto natural, que incluye al embalse de agua.