La actividad de esta verdadera organización coercitiva se conoció a través del drama de un reconocido matrimonio mendocino cuya hija ingresó en una de estas células, expandidas por Buenos Aires, Córdoba y San Luis.
El accionar de un grupo de origen brasileño que recluta personas de alto poder adquisitivo a los que convencen para que vendan sus propiedades y se separen de sus hijos a los que en su mayoría envían a Brasil, fue denunciado por una organización que investiga y denuncia la actividad de sectas en la Argentina.
La actividad de esta verdadera organización coercitiva se conoció a través del drama de un reconocido matrimonio mendocino cuya hija ingresó en una de estas células, que en la Argentina se expandieron por Buenos Aires, Córdoba y San Luis, entre otras, abandonando completamente su vida y alejando a sus cuatro hijos de los vínculos familiares.
Una organización que investiga y denuncia la actividad de sectas en la Argentina denunció el peligroso accionar de este grupo que tiene su origen en Brasil y que viene reclutando aquí a personas de alto nivel económico, logrando que vendan sus bienes, pero con la agravante de que son obligados a vivir en comunidades alejadas de la sociedad, donde los niños no van a la escuela, tampoco reciben atención médica y hasta son separados de sus padres.
Pablo Salum, de la organización Libre Mentes señaló “es muy grave lo que ocurre con estas comunidades. Una de las principales es la llamada Inkiri y está ubicada en Brasil, precisamente en Piracacanga. Ahí es donde suelen enviar a niños de distintas comunidades de la Argentina”.
“De hecho, en el caso del matrimonio que lucha por sus nietos, logramos saber que dos de los chicos, de 4 y 7 años, fueron trasladados a Brasil bajo la tutela de presuntos coordinadores”, agregó Salum en declaraciones que publica este miércoles Diario Popular.