Por estilo, en Punto Aparte no se escribe en primera persona. Pero en la redacción de esta nota me debo apartar del manual de este medio, porque voy a transmitir algo que sólo puede explicarse desde la sensación personal. No es una noticia, es un relato de algo que experimenté y por supuesto invito a no perdérselo cuando puedan hacerlo.
La palabra astroturismo me sonaba, la leía, la escuchaba y debo admitir que no me generaba ni curiosidad. Hasta que el lunes recibo una invitación de parte de uno de los responsables de prensa de la Secretaría de Turismo, Fernando Romero: “Te sumas? Hoy vamos a las Salinas del Bebedero a observar las estrellas, a mirar el cielo de noche como nunca lo viste…”
No dudé en responder de manera afirmativa y aproveché la oportunidad para sumar a mi hijo Patricio y a dos colegas más. Y allá fuimos acompañando la caída del imponente sol en el oeste puntano.
La noche se adueñó bien rápido de la escena y ahí aparecieron las protagonistas: Las estrellas, los planetas, las constelaciones y algo que me pareció mágico, sentir que las podía tocar, no sólo mirarlas.
Allí estaban los guías profesionales en astroturismo Fernando Massa y Alejandro Insaurralde, quienes de manera muy minuciosa nos fueron explicando qué estábamos observando.
Extasiados, enamorados de lo que estábamos viendo, todas y todos los que estábamos allí en las Salinas también coincidimos en aceptar lo pequeños y minúsculos frente a tanta inmensidad e infinito universo.
A par de la observación, también hubo tiempo para momentos lúdicos con luces láser que formaban figuras en el cielo y la tierra (o la sal) a la que nos “prendimos” para sacarnos fotos.
Cuando puedan hacer astroturismo, no se lo pierdan, como les dije antes, es una experiencia que llega al alma, un mimo a los sentidos.
Yamila Fernández