Los niños ríen y son felices con pocas cosas materiales, pero necesitan mucho amor, muchísimo cariño y contención.
Todas las historias de vida son diferentes. Todas las familias son diferentes. Y hay niños que crecen en hogares donde no siempre reciben contención afectiva y viven en medio de la adversidad.
Para ayudar a sanar o a suplir esas carencias de amor hay gente dispuesta a hacer cosas por el otro, como es el caso del merendero de la Parroquia de San Roque de la ciudad de San Luis.
Cada sábado decenas de chicos pasan por allí para compartir una tasa de leche, jugar y recibir palabras de aliento.
Está al frente de esa Iglesia un sacerdote que no anda medias tintas, el Padre Alan. Fiel al pedido del Papa Francisco es un pastor con olor a oveja. No espera que lo vengan a buscar, camina la calle y busca en esos lugares oscuros llevar un poco de luz, en especial cuando se trata de jóvenes y niños.
Este fin de semana, adelantaron los festejos del Día del Niño. Fue una jornada emotiva, donde los pequeños y no tan pequeños sacaron lo mejor de sus almas, y fueron felices.