El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) publicó un informe especial vinculado al fenómeno climático conocido como la “Tormenta de Santa Rosa” que se produce, según registros modernos y por la tradición oral de generación en generación, a fines de agosto.
Según señalan los expertos, es uno de los eventos más esperados y populares del año. “Pero, ¿realmente puede considerarse como un fenómeno recurrente? ¿o es simplemente un mito?”, se preguntan quienes investigan este tipo de situaciones en el SMN.
Cada 30 de agosto se celebra el día de Santa Rosa de Lima, y, según la creencia popular, alrededor de esta fecha hay que esperar una tormenta intensa. Pero ese “alrededor” no está fijo, y según la conveniencia del creyente, puede ser una tormenta que ocurre unos 3 o 4 días en torno al 30 de agosto o unos 15 días antes y después de esa fecha. Lo cierto, es que como este límite no está del todo claro, cualquier tormenta entre agosto y septiembre podría ser “la de Santa Rosa”.
“Por ese motivo decidimos ponernos un poco más estrictos y fijar algunos parámetros para analizar la frecuencia del popular fenómeno”, indicaron.
Antes de comenzar, es necesario aclarar algunos conceptos. Según el glosario meteorológico de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), para que haya tormenta tiene que haber actividad eléctrica. Una lluvia sin la presencia de descargas bruscas de electricidad atmosférica acompañadas por un resplandor (relámpago) y un ruido (trueno), no clasifica como tormenta.
Ahora bien, las tormentas se asocian a nubes denominadas convectivas (cumulonimbus) las que, generalmente, generan precipitaciones intensas en forma de chaparrón de lluvia o, en ocasiones, de nieve o granizo, así como también vientos fuertes.
Cuestión de región, condiciones y época
En regiones como la Patagonia no es común tener la formación de tormentas, así que la frecuencia de Santa Rosa es muy baja. Algo similar ocurre en Noroeste Argentino (NOA), donde la época está marcada por la estación seca y predominan los días despejados y con mucho sol.
Donde sí es frecuente la generación de tormentas en esta época es en el centro y noreste argentino. Desde mediados y finales de agosto, la atmósfera es sometida a cambios en su circulación debido a la proximidad de la primavera, lo que favorece la presencia de aire cálido, más humedad y condiciones propicias para su desarrollo. Eso sí, aunque popularmente se espera que la tormenta de Santa Rosa sea más fuerte que cualquier otra, no hay evidencia de que esto sea siempre así.
Estadísticas: números que hablan
Para realizar estas estadísticas, el SMN tomó como referencia la información del Observatorio Central Buenos Aires (OCBA), que posee una base de datos de más de 100 años y se encuentra dentro de la región del país en donde las tormentas no son atípicas. Consideramos los datos del 25 de agosto al 4 de septiembre (5 días antes y después de Santa Rosa) desde 1906 hasta 2021.
Luego, se contabilizó, para cada año, la cantidad de días consecutivos con tormentas y la lluvia acumulada. En caso de registrarse más de un evento de tormentas en los 10 días considerados, se contabilizó solo el que dio lugar a mayor cantidad de agua caída.
El resultado del análisis demostró que, en los 116 años de registro, en 65 oportunidades (56% de los casos) se produjeron tormentas en esas fechas, aunque no siempre estuvieron asociadas a precipitaciones intensas y/o abundantes.
Qué dice la leyenda
La leyenda se remonta al año 1615, cuando en la «Ciudad de Los Reyes» en Lima, Perú, la beata Rosa (Isabel Flores de Oliva, 1586 -1617) encabezó una rogativa desde una Iglesia, ante el posible desembarco de naves piratas holandesas que ya habían asaltado el puerto vecino de El Callao.
Sin previo aviso, una gran tormenta impidió que las embarcaciones se acercaran a tierra y así, la ciudad de Lima quedó a salvo.
Por ese motivo, los creyentes comenzaron a atribuir la presencia de la tormenta y la huida de los piratas al poder místico de Rosa.
El mito de la tormenta de Santa Rosa mantuvo un gran arraigo en la Argentina, especialmente en la zona del Río de la Plata, en Córdoba y en la región de Cuyo.