“Yo a los recién casados siempre les digo, peléense, tírense los platos, pero nunca terminen la jornada sin hacer la paz. ¡Nunca!”
Francisco, que se convirtió en el decimonoveno papa que visita Asís -el primero fue Gregorio IX en mayo de 1228-, tuvo ayer palabras fuertes y duras, pero también hizo gala de mucho humor porteño. Al hablar ante el clero en la catedral de San Rufino, mencionó el drama de los matrimonios que se separan después de mucho tiempo.
“A veces pienso que los matrimonios que después de años se separan, quizá no supieron pedir perdón a tiempo”, dijo el Pontífice, que segundos después desató risas y una catarata de aplausos al confesar que suele decirles a los recién casados que, aunque se tiren los platos, antes de finalizar el día deben hacer las paces.
Francisco volvió a tocar el tema del matrimonio en su encuentro con jóvenes, última cita antes de regresar a Roma, ante quienes admitió que hoy en día, en una sociedad que “privilegia los derechos individuales y las relaciones que duran hasta que no surgen dificultades”, hay que tener “coraje” para formar una familia.
“Es riesgoso casarse”, reconoció Francisco, al condenar esa cultura de lo provisional que domina el mundo actual. “¡Pero Jesús no nos salvó provisoriamente, nos salvó definitivamente!”, dijo, lo que provocó aplausos. Entonces, recordó a los padres y abuelos que en épocas más difíciles, después de la guerra, se casaron, entre ellos sus padres, que eran inmigrantes.
Y al llamar a los jóvenes a no tener miedo a dar pasos definitivos, volvió a hacer reír al contar sobre una señora que se queja porque su hijo, de 30 años, no se casa aunque tiene “una novia linda”.
“Yo le digo: «Señora, ¡no le planche más las camisas!»”, disparó, y fue aplaudido en todo Asís, donde habían colocado nueve pantallas gigantes para que todos pudieran seguir la maratón papal. Francisco también conquistó por su humildad, que quedó patente al final de su discurso ante el clero, cuando dijo: “Amigos, no les di recetas nuevas, no las tengo y no les crean a quienes dicen tenerlas”.
Entonces, también señaló: “La Iglesia no crece por proselitismo, sino por la atracción del testimonio que damos al pueblo de Dios”.
Emotiva carta de un argentino
Francisco leyó ayer en Asís una emotiva carta que le envió un joven discapacitado de Buenos Aires. “Una de las más bellas que recibí”, dijo el Papa. “Soy Nicolás [Marasco] y tengo 16 años. Como no puedo escribirte yo (porque todavía no hablo ni camino), pedí a mis padres que lo hicieran”, decía la carta del joven, en la que contó que le rezaba a su ángel de la guarda por Francisco.
Fuente: La Nación