El ministro de Economía, Martín Guzmán, presentó hoy su renuncia a su cargo mediante una carta dirigida al presidente Alberto Fernández.
«Con la profunda convicción y la confianza en mi visión sobre cuál es el camino que debe seguir la Argentina, seguiré trabajando y actuando por una Patria más justa, libre y soberana», expresó Guzmán en el tuit en el que acompaña su misiva al mandatario.
«En la economía siempre hay disyuntivas. Esas disyuntivas se acentúan cuando hay instrumentos de menor calidad «, sostuvo el ahora ex ministro, al resaltar el esfuerzo realizado para sostener la economía en un marco asfixiante de deuda y de pandemia, en la misiva a Fernández.
Allí le agradeció la confianza y la oportunidad en el cargo: «Al asumir nuestro gobierno, Argentina se encontraba sumida en una profunda crisis económica, social y de deuda, y a ello se le agregó primero una pandemia global y luego la actual guerra en Ucrania, que han sido profundamente disruptivas del funcionamiento del sistema económico internacional».
«Ya en 2022, se llegó a un acuerdo con el FMI para poder refinanciar la deuda con el organismo tomada en 2018-2019. El acuerdo también tuvo características absolutamente excepcionales a la luz de la historia entre nuestra República y aquel organismo históricamente dominado por el poderoso establishment financiero internacional».
«Por la nueva legislación que nuestro propio gobierno había propuesto, por primera vez en la historia un acuerdo con el FMI tuvo que ser sometido a la consideración del Congreso de la Nación para su aprobación, que finalmente ocurrió con 80% de votos afirmativos. Más allá de las incertidumbres que generaron las divisiones en el Congreso, este proceso constituyó un paso histórico hacia adelante para nuestra República».
Tras muchos meses de desgaste por la interna política que atraviesa el gobierno, Guzmán eligió irse justo cuando hablaba la vicepresidenta en Ensenada, donde renovó sus críticas al rumbo económico.
De inmediato, también renunció el secretario de Hacienda, Raúl Rigo.
En las últimas semanas la presión sobre Guzmán se había intensificado tanto de parte de los mercados como del ala kirchnerista del Gobierno.
La vicepresidenta denunció en un duro discurso un “festival de importaciones”, al que Economía y el Banco Central reaccionaron el lunes instaurando una suerte de supercepo a las importaciones que exacerbó las presiones sobre el dólar y llevó al riesgo-país por encima los 2.400 puntos básicos, un nivel casi de default.
Con el supercepo la cartera económica logró que el Banco Central se haga de más de USD 1.000 millones en pocas jornadas y dio por cumplidas las metas del segundo trimestre del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
La sostenibilidad de la política económica y del propio Guzmán, sin embargo, estaba siendo cada vez más comprometida, como por ejemplo volvieron a poner en evidencia las declaraciones de ayer de Andrés Larroque, ministro de Desarrollo Social bonaerense y vocero de la Cámpora y del kirchnerismo, quien dijo que se había acabado “la etapa de la moderación”.
Guzmán, además, ya había tenido problemas serios para sostener el financiamiento del programa económico a través de la colocación de bonos en pesos ajustables por inflación, cuya cotización cayó fuertemente en las últimas dos semanas y puso en serias dudas la sostenibilidad no solo de la cotización de los bonos -que el Banco Central salió a sostener, mediante compras que financió a fuerza de emisión monetaria- sino de la política económica.
La evidencia de que el conflicto entre el presidente -su sostén político- y la vicepresidente de la Nación -su principal cuestionadora- no dio ningún signo de tregua, como se volvió a evidenciar entre el discurso de ayer de Alberto Fernández y el de hoy de Cristina Kirchner- pudo haber impulsado la decisión definitiva de Guzmán, que además veía pasar cada día numerosos rumores y operaciones en torno de su desplazamiento y eventual reemplazo.
En las últimas semanas, además, Cristina Kirchner, mantuvo reuniones con economistas de corte más ortodoxo, como el expresidente del Banco Central, Martín Redrado, y el presidente del Ieral, Carlos Melconian, severos críticos de la política económica de Guzmán y, más en general, de la gestión de Alberto Fernández, jaqueada no solo por la crisis económica sino también por la creciente incertidumbre política.
A principios de junio, la eyección del Gabinete de Matías Kulfas, el exministro de Desarrollo Productivo, dejó además a Guzmán sin su principal aliado en el Gabinete y en el cada vez más despoblado bando albertista.