Arthur Maret, suizo; Yvan Maye, suizo; Gabriel Guillar, Argentina y Uta Ibrahim de Kosovo/Albania comenzaron con su gran travesía para hacer cumbre en el Himalaya, en el Manaslu. Los cuatro tienen un “ángel de la guarda” que les garantiza el éxito en el desafío: Tendi Sherpa uno de los más experimentados montañistas del mundo.
En Nepal existen 102 castas diferentes, entre ellos se encuentran los sherpas, gente del este del Tíbet. Hace 500 años comenzaron a cruzar los Himalayas en búsqueda de nuevas tierras y así fue que se establecieron en los valles de Nepal. Tanto para los sherpas como para toda la gente de aquí, la mejor descripción es aquella cita que les compartí del Lama Ghesi, la practican a la perfección. Son gente muy sencilla, amable que trasmiten paz y alegría y nunca se guardan una sonrisa y un buen gesto.
La realidad en la zona de los valles marca que desde muy pequeños los chicos comienzan a trabajar, con la finalidad de ayudar a la familia, ya sea en las granjas o en otros empleos. Este fue el caso de Tendi Sherpa, quien a los 13 años se convirtió en porteador de aproximación, cargando a su espalda entre 20 y 40 kgs. con calzado rudimentario y por varios kms., todo para llevar a su casa algunas rupias al final de la jornada. Actualmente es una imagen que se ve frecuentemente, pero es digno de destacar la manera que lo afrontan.
Salvo los valles más reconocidos y turísticos, el resto de los mismos son áreas muy remotas y pobres, donde se ubican poblados que para cualquiera de nosotros están detenidos en el tiempo. Muchos de estos no tienen electricidad y en su mayoría los niños no tienen acceso a educación.
Tendi vivió en carne propia esta falta de educación, pero gracias a su energía, dedicación y esfuerzo logró saltar la barrera de su pueblo y llegó a trabajar como guía de trekking para luego convertirse en Sherpa Líder en el Everest. Entendió que la única manera de progresar era estudiar, así fue que sus primeros sueldos los invirtió en estudio de inglés y en comprarse libros en inglés para practicar, y con los años se fue capacitando como guía de montaña. Pero nunca se olvidó de su villa, de su gente y dentro de su corazón siempre buscó devolverle y agradecerle todo lo que el recibió. Dentro del budismo todas las personas son vistas como parientes y por ende se busca ayudarlos. Su manera fue realizar una fundación que le brinda a los chicos de su pueblo lo que a él le faltó, educación.
Hoy su sueño es una realidad y la villa de Khembalung cuenta con una escuela inicial y convenio con otras escuelas superiores de pueblos más grandes. Todo esto gracias a Nepalko Sathi, fundación que Tendi preside.