Los cuatro jinetes del trash metal entregaron un furioso espectáculo de casi dos horas y media de duración. El público votó los temas que interpretó el grupo
Sesenta mil almas deliraron al ritmo de Metallica en La Plata No se trató de un mero concierto, sino más bien de una cabalgata alucinógena de casi dos horas y media de duración en la que Metallica enloqueció anoche a sus seguidores con ese carraspeo frenético que ha convertido a la banda estadounidense de trash metal en una de las más influyentes de la historia del rock.
En la noche del sábado, en el primero de los dos conciertos programados en el estadio Ciudad de La Plata -el segundo lo ofrecían este domingo-, 60.000 almas deliraron montadas en la furia de los cuatro jinetes de la oscuridad en un show “a pedido del público”, ya que los mismos fanáticos se encargaron de votar los temas que el grupo interpretó.
Un sonido estremecedor sacudió a la muchedumbre metalera a lo largo de dos horas y 25 minutos de un furioso espectáculo, desde el momento en que Metallica subió al escenario y echó combustible a un V8 que rugió hasta cerca de la medianoche.
Enormes pantallas con definición súper HD, juegos de luces y cotillón para entretener a los fans en el campo (unas pelotas inflables negras) acompañaron una impecable labor del vocalista y violero James Hetfield, de su socio fundador de la banda Lars Ulrich en la batería, de Kirk Hammett (guitarra líder) y Robert Trujillo (bajo).
Y hasta el grandote con cara de póker que repartía la lista de temas en la sala de prensa, enfundado en una camiseta de la Juventus de Italia amarilla (la alternativa), con el número 10 de Carlos Tevez en la espalda, terminó saltando y gritando en el palco al ritmo de “Enter Sandman”, cuando parecía completamente impermeable a la locura a su alrededor.
En esta cuarta visita del grupo a la Argentina, Metallica ofreció casi una veintena de temas a sus seguidores en un concierto para el recuerdo, especialmente para ese puñado de fans que se adjudicaron un concurso y lograron el premio mayor: presenciar el show desde el mismísimo escenario.