Es verdad, las redes sociales, internet o el fenómeno de las comunicaciones ponen la información en la mano y a disposición de todos en cualquier momento, al instante de que las cosas suceden.
Lo puede hacer cualquiera. Con un celular se sube una foto, por ejemplo de un accidente a una cuenta de Facebook o un blog personal, y ya está, el hecho se convirtió en noticia para esa comunidad. Pero, esa acción, ¿puede ser considerada periodística o el que “colgó” la información, puede ser señalado como periodista?
Evidentemente no, y es por eso que en el Día del Periodista, me sumo a todo movimiento que implique una defensa abierta de la profesión. Y defendernos no implica menospreciar el fenómeno espectacular de las comunicaciones y la conectividad, por el contrario son herramientas vitales que ayudan a construir una mejor sociedad.
Y acá me detengo. Esa masividad que hay en la red está justificando cada día más la presencia en el “medio” de los periodistas. Es como cuando uno tiene una dolencia y acude al médico. Con la información pasa lo mismo, cuando la gente necesita formar una opinión o tomar una decisión busca como fuente a un profesional de la información o sea un periodista.
En el Día del Periodista comparto una simple definición de Wikipedia sobre nuestra actividad
El periodismo es una actividad que consiste en recolectar, sintetizar, jerarquizar y publicar información relativa a algo de la actualidad. Como disciplina el periodismo se ubica en algunos países dentro de la sociología y en otros entre las Ciencias de la comunicación. El periodismo persigue crear una metodología adecuada para poder presentar cualquier tipo de información valiosa, ser objetivo, buscar fuentes seguras y por tanto verificables para el lector.
Dada la evidente influencia del periodismo en la sociedad, se ha desarrollado una deontología profesional constituida por una serie de normas y deberes éticos -ética periodística-, que guían la actividad del periodista. Dichos códigos deontológicos son emitidos generalmente por los colegios profesionales en los países en que éstos existen. En general, estos códigos postulan la independencia de los medios respecto a los poderes políticos y económicos. El periodista queda sujeto a su obligación de actuar con la mayor diligencia posible en el acceso a las fuentes y en el contraste de opiniones confrontadas.