El precio de la carne vacuna alcanzó en diciembre de 2020 el segundo valor más elevado de los últimos 60 años, tras la escalada en las cotizaciones de la hacienda de consumo en el último trimestre, evaluó Miguel Gorelik, directivo de Quickfood Marfrig, uno de los mayores frigoríficos del país.
Gorelik explicó que la suba refleja, en gran medida, la constante internalización, en los últimos años, de los valores externos, y sostuvo que la disparada es además «resultante de la brutal disminución de las existencias (ganaderas), desde fines de 2009».
En un análisis publicado esta semana en el portal «Valor Carne», que el propio Gorelik dirige, el empresario señala que «una explicación a esta valorización es la duplicación de los valores internacionales de la carne».
Según Gorelik, ajustado por inflación el precio real del novillo se ubica apenas detrás del registrado en diciembre de 2015, previo al cambio de Gobierno, y cerca del pico de noviembre de 2010, «cuando hizo eclosión el faltante de ganado por la gran liquidación de 2008-2009».
El experto de Quickfood (compañía controlada por la brasileña Marfrig) evaluó la incidencia de «los procesos inflacionarios, la demanda internacional y las trabas a la exportación para contener subas al mostrador».
Gorelik constata así la evolución del precio del novillo a partir del tradicional índice del novillo, elaborado en su momento por la Junta Nacional de Carnes, que durante varias décadas fue la variable ineludible para tener un patrón de comparación.
Ante las «múltiples dificultades» para actualizar el índice novillo, Gorelik aclara que optó por utilizar una serie larga del índice de precios mayoristas, «que tiene el consenso de los profesionales que se dedican a la estadística y a la economía».
De este modo llegó a la conclusión de que ese indicador, que consideraba a 1960 con un precio base 100, se ubicó a fines de 2020 en torno de los 280 puntos.
Según Gorelik, aunque los precios de la carne vacuna tuvieron fluctuaciones fuertes durante ese período, el gran salto «se registró entre mediados de la primera y segunda década de este siglo».
Eso se debió a «la irrupción de Rusia como enorme comprador, igualando valores entre los países que vacunan contra la aftosa y los que no lo hacen», explicó el experto.
A posteriori, continuó, ese mercado fue reemplazado por China, que reforzó tal apreciación hasta la actualidad.
El directivo de Quickfood sostuvo que los precios internacionales «fueron internalizados en la Argentina, pese a todas las trabas (derechos de exportación, permisos para exportar, brecha cambiaria y un largo etcétera) que rigieron la mayor parte del tiempo».
Gorelik destacó que, en ese contexto, también Brasil (sin regulaciones en el mercado de hacienda) anotó su mayor precio para el novillo en moneda constante en noviembre pasado, según los registros de los últimos 25 años.
Advirtió por último que la curva de precios mostrada reflejaría «una situación muy buena a lo largo de esta última década», pero no explica, por ejemplo, «por qué no se han podido recuperar las mayor parte de las existencias perdidas hace 10 años, ni por qué no se ha invertido lo suficiente como para mejorar los flojos índices de productividad que muestra nuestra ganadería». (Télam)