En el mundo selvático, la convivencia se rige por las leyes naturales de fuerza e instinto. El más fuerte manda y los que logran desarrollar un instinto superior se salvan o sobreviven y logran estirar su permanencia en la tierra.
La especie humana, supone estar un escalón arriba y su organización para convivir responde a criterios racionales de organización donde todos están sumidos o gobernados por leyes positivas y también naturales que establecen las condiciones y reglas que deben respetarse.
En materia de tránsito vehicular, la ciudad de San Luis se maneja con un sistema más parecido al selvático que al de una comunidad civilizada.
Los bocinazos, insultos, autos en doble fila, sobrepasos por la derecha, aparcados en lugares prohibidos, cruces de semáforos en rojo y el “vivo” con el auto o camioneta más grande que hace valer su posición. Un caos, en especial en horarios pico.
“Es un infierno esto”, sintetizó un automovilista que tardó más de 20 minutos en recorrer Bolivar entre Presidente Perón y Chacabuco- El trayecto son unas nueve cuadras.
Luis es peón de taxi, lleva más de 20 años de trabajo al volante, graficó aún con más precisión el cuadro que padece a diario. “La situación es cada vez peor, nadie respeta nada. Las motos cruzan y pasan por cualquier lado, la gente de a pie también pasan de una vereda a otra por cualquier lado, los taxis también paramos donde nos hace seña un cliente y eso a veces genera demoras porque nos detenemos en medio de la calle”.
Punto Aparte le preguntó al conductor: ¿Y todo eso pasa sin sanciones a las infracciones? La respuesta fue tajante: Si, la Municipalidad controla a veces, pero no tiene un cuerpo de tránsito eficiente que ordene la circulación vehicular. “Dejan fluir el desastre”, concluyó en su opinión el taxista, que sintoniza la Rock&Pop a todo volumen y se abstrae del lio que lo rodea más allá de su auto.
El desorden o caos del tránsito en determinados horarios responde justamente a esa observación del taxista: Hay una ausencia preocupante de las autoridades en esta materia, no sólo con más presencia de inspectores sino también de políticas contundentes para organizar la circulación, como lo hicieron otras ciudades, incluso argentinas.
El problema tiene explicación y solución: Miles de autos intentan llegar a la misma hora a puntos comunes y ahí aparece el efecto y la ley del “embudo”…